Cuando 30 toneladas de sardina distraída se extravían en el Viejo Puerto de Marsella.
“Esa es la sardina que bloqueó la entrada del Puerto Viejo”! Así se expresa la incredulidad marsellesa cuando se oye una historia absurda. El incongruente relato del desafortunado regreso en Francia de un Vizconde encarcelado en la India y después exonerado, del naufragio de un buque llamado “Sartine” con una “t” y no una “d” en el canal de Marsella, un juego de palabras, y el famoso gusto de los habitantes de la ciudad por las hipérbolas, contribuyeron al ingreso de esta frase en el registro de bromas típicamente marsellesas. Por ende se puede entender que cuando una verdadera ballena se atascó en el Viejo Puerto este 18 de octubre muchos se rieron de la conveniencia de tal caso. El animal entró en el Viejo Puerto a primeras horas de la tarde y se quedó durante una hora. Se necesitó un equipo entero de bomberos y buceadores para convencer a la ballena de que diera media vuelta, utilizando una manguera de incendios entre otras cosas. Después de esta operación bastante ardua, pudo regresar al Mediterráneo.
“Es algo nunca visto en mi carrera de policía !”
No es la
primera vez que un cetáceo ha sido visto frente a las costas de Marsella, la
semana anterior dos otros ya habían entrado al Viejo Puerto y habían regresado
sin problema. Es muy común en el Mediterráneo encontrar a este tipo de animales
marinos, pero los problemas que pueden crear son proporcionales a su tamaño. Sin
embargo, esto fue probablemente una verdadera innovación para los bomberos que
se lanzaron al agua y se esforzaron para hacer girar la ballena empujándola
hasta la salida. “Es algo nunca visto en mi carrera de policía”, cuenta un
portavoz policial que asistió a la escena. Cuando hay que hacerse cargo de
semejante imprevisto, se elaboran soluciones bastante imaginativas. Este
verano, por ejemplo, una ballena jorobada se extravió por varias horas en el
puerto de Ventura, cerca de Los Ángeles. Al darse cuenta de que no bastaba
bloquear su paso con barcos para que encuentre su camino, la llevaron al mar
utilizando hidrófonos que recreaban cantos de ballenas.
Finalmente esto parecería un hecho bastante incongruente y casi cómico
: una verdadera ballena extraviada en el puerto tan simbólico de Marsella, un
lugar lleno de historia que ya existía en la Antigüedad romana. Una franja
costera que nosotros, habitantes del mundo civilizado, siempre hemos
reivindicado para nosotros mismos, construyendo un paisaje urbano que presume
el orgullo de los logros humanos. Pero cuando el reino animal viene así a tocar
a la puerta de nuestras ciudades, con uno de sus delegados por lo menos más
notables, quizás se puede ver en esto una oportunidad de aprender una lección
de humildad. No estamos solos, aunque es fácil olvidarlo a veces: otros
animales pueblan este planeta que llamamos "nuestro" con alarmante soltura.
Probablemente
no se esperaba una ballena !
Margaux Levacher & Aimée Boinnot
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